sábado, 15 de octubre de 2011

Cuando volvió fue lo primero que pensó. Dejó el equipaje en su antigua habitación, cogió la bicicleta oxidada y pedaleó jadeante por el camino de tierra, sin volver la vista atrás, mientras dejaba el pueblo a su espalda.
Atravesó a pie algunos matorrales. La vegetación había espesado en su ausencia. Tras apartar las ramas vencidas de un viejo castaño que aún creía recordar la vía se apareció ante él. Seguía allí, esprándole, kilómetros inagotables de sólido y consistente acero, ya en desuso, que parecían extenderse hacia el infinito.
Subió al raíl. La superficie era estrecha, se sentía inestable. Abrió los brazos para mantener el equilibrio y caminó.
Aparecieron algunas nubes, tornando el cielo azulado de finales de verano en un gris verdoso y comenzó a caer un ténue chisporroteo, pero siguió avanzando.
Tras algunos metros se abría aquella curva. Ya no sentía miedo, sólo curiosidad -¿qué habría detrás?-. Una necesidad apremiante le empujaba a seguir. Al fondo le pareció escuchar el silbido de un tren. No miraría atrás -se se dijo- seguiría avanzando.
Fotografía de José M. LLamas (www.jmllamas.es)

martes, 11 de octubre de 2011

Los días están contados, no hay más que temer

Los días están contados
no hay más que temer.
Tan solo seremos libres
cuando no haya más que perder.
Se lo llevó la tormenta y el tiempo.

(Vetusta Morla)

http://youtu.be/KWtITuQ5lSo